sábado, 29 de diciembre de 2012

II.

Empiezan a acortarse los días
presagio inequívoco de la llegada de un Otoño,
que intuyo, se prestará al recuerdo de ternuras.
Propicio para caminar los senderos de la Isla
entre tenues luces, todas sin tu sonrisa.
Los húmedos vientos arrebatarán sin miramientos
la poca calidez que en mi habita,
despojándome hasta llenarme de indiferencia.
Nuevamente te canto o verso desde la Isla
paseando por sus orillas, entre guijarros y barros
con mis carnes sajadas, moribundas.
Y aún así;
Me susurra el viento todos aquellos versos
por escribir en la curvatura de tu cintura
en la plenitud de tu espalda
en la comisura de tu boca.
Me susurra el viento todos aquellos inacabados
grabados en el latir de tu cuello
en el roce de tu mano.
Empiezan a acortarse los días
empiezan a llenarse de odio y a alargarse de sombría.

Desde hace un tiempo lucen esquivas las estrellas
pese al raso, pese a la calma en el horizonte
pareciendo ambos pliegues una misma negrura.
O bien, me están creciendo los árboles de la Isla...
O tal vez, pudiera ser la negrura con la que me miras.
Es entonces cuando duele la palabra
pese a la ausencia de su sonido,
y es muda cuando asesina,
y es opaca cuando extiende sus sonidos hasta el Alma.
O tal vez duelan por igual,
siendo ambas raso sin linea en el horizonte.
Desde hace un tiempo no hay reflejo en mis turbias aguas
aquella gota de leche casi maternal
aquella que alimentaba mi mente desde el anonimato
aquella, que acunaba mi insomnio
cubriéndome con su ala sedosa el hastío.
¿Cómo poder decirte vida mía? ¡Cómo! sin verte, ni sentirte;
Me crecen los árboles alimentados por palabras
mudas, y que opacas, susurran a la noche mesura...

...Cuando la espera deje de ser disculpa holgazana, lastre de etéreas carnes amoratadas.
Cuando la confusión no tilde los te quieros sin la certidumbre del "tengo que decirlo".
Cuando creas que la solución no sea vencerte y dejar que el dolor anide, como el polvo en el desierto.
Cuando la soledad coseche tus tristezas y te nutras de ellas advirtiéndote "son mis frutos, mis frutos".
Cuando el buscar no sea esperanza, y sí, convencimiento de lágrima anónima en el baúl de tu Alma.
Llámame y seremos siempre, sin la disculpa holgazana de un espera, espera, espera.

1 comentario:

  1. Mi querido Ramón!!!!
    Te leo, te leo y me parece que me hablas desde esa isla que creaste y dónde parece que el horizonte se une entre la negrura de tus sentimientos y sé, porque debe de ser así, que algún día ese "espera", ya nunca más será así.

    Sigo leyendo...
    Un beso!!

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